martes, 7 de junio de 2011

En torno a un texto: Walter Benjamin. La obra de arte en la época de su reproductibilidad técnica.

Elena y yo nos llamamos a menudo y nos escribimos aún más. El otro día le dije que pensaba que podríamos buscar un texto que tuviera alguna relación con todo lo que estaba pasando en la calle en España, le hablé de democratización del arte. Elena decía: "sobre el texto: no sé si te parece que nos metamos con Benjamin y la obra de arte en la época de su reproducibilidad técnica..."
Bueno, desde mi punto de vista un texto de Benjamin es peliagudo porque este hombre en su corta vida cambió de opinión más que de camisa, pero hagamos por centrarnos y propongamos una lectura concienzuda del texto el cual si no lo tenéis a mano podréis encontrar sin ninguna dificultad en internet.
Más allá de eso Elena me mencionaba un artículo en revista de letras sobre este mismo texto.
Bueno, creo que es bastante importante mencionar en este y en cualquier texto de Benjamin la cita con la que comienza su reflexión, que viene siendo el resumen de su texto:
«En un tiempo muy distinto del nuestro, y por hombres cuyo poder de acción sobre las cosas era insignificante comparado con el que nosotros poseemos, fueron instituidas nuestras Bellas Artes y fijados sus tipos y usos. Pero el acrecentamiento sorprendente de nuestros medios, la flexibilidad y la precisión que éstos alcanzan, las ideas y costumbres que introducen, nos aseguran respecto de cambios próximos y profundos en la antigua industria de lo Bello. En todas las artes hay una parte física que no puede ser tratada como antaño, que no puede sustraerse a la acometividad del conocimiento y la fuerza modernos. Ni la materia, ni el espacio, ni el tiempo son, desde hace veinte años, lo que han venido siendo desde siempre. Es preciso contar con que novedades tan grandes transformen toda la técnica de las artes y operen por tanto sobre la inventiva, llegando quizás hasta a modificar de una manera maravillosa la noción misma del arte.»
PAUL VALÉRY, Pièces sur l'art ( «La conquête de l'ubiquité»).
Desde mi punto de vista Benjamin en este texto libera al arte de la pátina de decimonónica de Arte con mayúsculas. Es curioso que hable de la reproductibilidad del arte en aquella época...Benjamin no hubiera dado a basto con su análisis hoy en día.
Benjamin declara que el arte ya no es único. Analiza los procesos anteriores de reproducción de una misma obra, pero se ve saturado por la cualidad de la copia exacta que según él, renuevan el significado inicial del original, dándole tantos sentidos como copias, el significado oculto (ese que se supone que dan razón de ser a una obra) se desvanece, ahora no vamos a buscar las razones y la conversación con la pieza, es ella la que nos busca a nosotros y se adapta al imaginario personal de su público. Por lo tanto, la razón histórica, primera y fundamental del arte para Benjamin desaparece.
Durante el texto el autor pone como ejemplo el cine (hay que entender que el hombre se vió quizás un poco sobrepasado con la rapidísima evoluvión técnica e influciencia popular que tuvo el séptimo arte en aquella época), donde el actor cambia a su público del teatro por una cámara, y ese mensaje directo y enmarcado por el contexto, esa “aurea” de la que se habla en el texto desaparece, y la industria pasa a crear al personaje popular, ese Brad Pitt, que le hace brillar en pantalla por encima de ser actor.
Es aquí donde para Benjamin la obra se desliga del arte. Esa capacidad de multiplicarse es la que le preocupa, ya que los enfoques pueden ser controlados por el poder, unificando a la gente en un mismo pensamiento, generando copias de los espectadores através del ejemplo de la copia de la obra.
Hoy que ya han pasado 70 años de la muerte de Walter Benjamin, si su profecía sobre la copia se podía cumplir, lo ha hecho pero con creces.
Si nos ponemos catastróficos puede ser ese el fin del arte, tan discutido con su amigo Danto. Pero para mí falla algo muy importante de ese planteamiento. Benjamin nos dice que la obra de arte antes no era autónoma en su significado si no que dependía del ritual:
“Es de decisiva importancia que el modo aurá-tico de existencia de la obra de arte jamás se desligue de la función ritual. Con otras palabras: el valor único de la auténtica obra artística se funda en el ritual en el que tuvo su primer y original valor útil. Dicha fundamentación estará todo lo mediada que se quiera, pero incluso en las formas más profanas del servicio a la belleza resulta perceptible en cuanto ritual secularizado.”
¿Hasta qué punto -me pregunto yo- ese valor persistía y llegaba al público en la época en la que no se imprimía en serie y a la Mona Lisa aún no le había salido bigote de Dalí?

3 comentarios:

  1. "Y como, por lo demás, el individuo está sometido a la tentación de hurtarse a dichas tareas, el arte abordará la más difícil e importante movilizando a las masas. Así lo hace actualmente en el cine. La recepción en la dispersión, que se hace notar con insistencia creciente en todos los terrenos del arte y que es el síntoma de modificaciones de hondo alcance en la apercepción, tiene en el cine su instrumento de entrenamiento. El cine corresponde a esa forma receptiva por su efecto de choque. No sólo reprime el valor cultual porque pone al público en situación de experto, sino además porque dicha actitud no incluye en las salas de proyección atención alguna. El público es un examinador, pero un examinador que se dispersa".
    Con la fotografía y el cine el aura desaparece, hasta ahí todos de acuerdo, un gran paso para la humanidad (que podía gustar más o menos pero que hoy nadie discute). Pero aunque desaparezca el aura, la obra sigue siendo de arte, se reproduzca, esté presente o sea una copia. Lo que asustaba de verdad a Benjamin era el uso que de esa democratización del arte, de esa reproductibilidad, podían llegar a hacer algunos (los fascistas, los nazis). Es el miedo a la técnica por encima de todo, cosa que defendían los futuristas muchos años antes.
    Benjamin termina escribiendo:
    "La humanidad, que antaño, en Homero, era un objeto de espectáculo para los dioses olímpicos, se ha convertido ahora en espectáculo de sí misma. Su autoalienación ha alcanzado un grado que le permite vivir su propia destrucción como un goce estético de primer orden. Este es el esteticismo de la política que el fascismo propugna. El comunismo le contesta con la politización del arte".
    Ahora, que el éxito comunista de la politización del arte es muy discutible, pero bueno, es otra forma de uso de las técnicas de reproductibilidad de las obras de arte.
    El tema que me viene ahora a la cabeza es: ¿qué otras "vías de escape" tiene la democratización del arte? En aquella época las posiciones tenían que ser bastante extremas, por todo lo que se venía encima (el texto es del 36), pero y hoy la reproductibilidad-democratización no sirve sólo a la politización, de hecho es la última cosa que pensamos al comprar una cámara de fotos, ¿o después de todo el movimiento en las plazas ya no?

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  2. Pues no sé qué decirte Elena...
    Es cierto que este hombre (normal) estaba bastante estresado por la utilización que los nazis pudieran hacer de cualquier cosa politizable o manipulante hacia la gente. Cierto, el miedo a la técnica. Pero sobre tu pregunta hay algo que no sé por dónde desviar, te digo. Hace unos años una profesora me dijo que "via de escape" es un término históricamente erróneo, pues en el momento no se sabe que lo son.
    Tu me dices que la reproductibilidad no solo sirve a la politización, yo creo que la democratización de los puntos de vista es más radical ahora que nunca, y cojo tu ejemplo. Elegimos una cámara de fotos, o un móvil con cámara y en mi opinión si que nos posicionamos. Publicamos una foto y en muchas ocasiones viene firmada "lomography, enviado desde mi iphone, BlackBerry mobile, instagram, polaroid..." Para mí eso también es manejar el mensaje, porque un medio u otro ya transmite de qué lado viene. Democratización porque ahora todo el mundo puede ser artista, porque todo el mundo puede ser fotógrafo. Sacros? los museos...y entonces...democrático, poco. Muy poco o casi nada. Al final sí que va a ser un arma de doble filo como Benjamin decía, pero ni se imaginaba el hombre porqué iba a terminar teniendo razón.

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  3. lo de "vía de escape" evidentemente lo puse porque no encontré un término mejor, y mira que éste es malo. a lo que yo me refería es a que me resulta interesante pensar qué otras aportaciones (¿mejor así?) al arte contemporáneo ha hecho la democratización del arte -así en general y en abstracto-. es fundamental eso que dices, y que Beuys defendía a capa y espada, de que hoy todos somos artistas, sobre todo porque tenemos acceso a casi todos los medios, soportes, técnicas, lenguajes. y también estoy de acuerdo en que por el simple hecho de usar esos medios ya estamos en una posición política concreta; política en el sentido amplio de contribuir a la resignificación de nuestro entorno, de difundir un mensaje. ¿pero qué hay más allá? (o más acá).
    y no me refería a los museos. en ellos sigue el aura muy presente, incluso si exponen copias, éstas tienen algo de aura sacra. ¿ha llegado la democratización del arte a los museos? yo también creo que más bien poco, aunque sólo sea porque son espacios demasiado complejos, en los que moverse, ver y reflexionar sobre lo que ves no es siempre tan fácil, y eso impone, como bien sabemos por Bourdieu.

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